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Las competencias de los profesores ( parte II)

Los estudios que destacan la relación enseñanzaaprendizaje se hicieron en los años 70. En una revista que trata de estos estudios, Jere E. Brophy (1979) deduce los grandes rasgos siguientes: Los métodos de enseñanza esta en razón directa con el aprendizaje. Las divergencias de importancia en la práctica de la enseñanza explican que unos profesores facilitan mucho más que otros los aprendizajes escolares. En la enseñanza, algunas actuaciones están asociadas al éxito del aprendizaje. Aunque no existen conductas apropiadas a cada caso, unos modelos de enseñanza están generalmente asociados al éxito de los alumnos. La concepción de las mujeres y hombres dedicados a la enseñanza respecto de su papel repercute en la eficacia de su trabajo. Los profesores que conciben su trabajo en el marco del programa de estudios, que se organizan en función de lo que está en el programa y que a él consagran la mayor parte de su tiempo, muestran mayor eficacia. La habilidad para organizar un ambiente que mantenga a los alumnos activos en el aprendizaje es un factor importante. Los profesores que saben organizar sus clases de manera que haya el mayor tiempo posible para la actividad de aprendizaje de los alumnos favorecen más el aprendizaje al eliminar la pérdida de tiempo debida a la confusión, a los intervalos entre actividades y a la disciplina. La habilidad para orientar las actividades de aprendizaje y organizar el estudio es fundamental. Las situaciones de aprendizaje donde los que enseñan dirigen la marcha de los alumnos son más favorables que las situaciones donde los alumnos deben aprender por sí mismos o por otros alumnos.La capacidad de organizar la enseñanza en función de los alumnos influye en la eficacia de la enseñanza. Se advierte que los progresos en el aprendizaje son más notables cuando las características de los alumnos, la importancia del enfoque, las frecuentes repeticiones, la introducción de nuevos desafíos y la precisión de las críticas son las que determinan el ritmo del desarrollo del curso. Estas investigaciones muestran que no tiene consistencia el pretender que los alumnos puedan aprender sin los profesores, aun contando con todos los medios necesarios. La interacción entre alumno y profesores es determinante. Las investigaciones realizadas en los años 80 sobre el profesorexperto y el proceso cognitivo han permitido comprender el porqué. En una síntesis de la investigación sobre la enseñanza colectiva (no individualizada o mediatizada), Barak V. Rosenshine (1986) ha subrayado siete funciones de la nseñanza: Evocar conocimientos anteriores relacionados con aprendizajes futuros.Determinar y explicar los objetivos de aprendizaje.Presentar los nuevos elementos de conocimiento para los alumnos.Organizar y supervisar los ejercicios de aplicación.Proponer ejercicios autónomos (trabajos, estudio).Hacer la síntesis de conocimientos ya adquiridos.De estos trabajos se desprende la función mediadora de la enseñanza. Esta no sólo transmite informaciones, sino que, sobre todo, organiza series de actividades que influyen en la orientación del aprendizaje desarrollando nuevas capacidades de tratamiento de la información.La enseñanza desempeña también un papel educativo: dirige el desarrollo haciendo que se adquieran nuevas capacidades intelectuales. Hay, sin embargo, otro papel del que carecen las otras actividades educativas: dirigir la reconstrucción, en los alumnos,de las capacidades ligadas al saber en una variedad de disciplinas. Esta es la función que hay que reconocerle.

La relación pedagógica

Si la idea de que el desarrollo individual está dirigido por factores biológicos, y no sociales, elimina el alcance real de la función de la enseñanza, existe también otra idea falsa que menosprecia a la enseñanza: la impresión generalizada de que la enseñanza es una actividad que se limita a lo que sucede en clase. Se suele pensar que las mujeres y los hombres dedicados a la enseñanza trabajan poco porque no tienen más que unas horas por semana de clase, y esto durante unas treinta semanas por año.Enseñar, según esta opinión común, es <<dar clase>>, ocupar a los alumnos durante un cierto número de clases. Toda persona que haya enseñado sabe que no se trata de una actividad improvisada,sin orientación. Dado que la enseñanza es una actividad dirigida por una intención (hacer aprender las cosas necesarias), necesita, al menos, una preparación, la relación con los alumnos y una evaluación de los resultados. Actualmente se está constatando,que las tareas vinculadas a la enseñanza desbordan el marco de la clase.Al definir la enseñanza como una transmisión de los conocimientos personales y no como un servicio que se hace a una persona mediante una relación organizada con vistas a facilitarle el adquirir capacidades nuevas, se saca esta actividad fuera del mundo del trabajo. George Bernard Shaw decía: <<Quien es capaz de hace algo, lo hace; quien no lo es, lo enseña>>. Pero enseñar es hacer alguna cosa. Es hacerla mejor o peor, pero es hacerla a pesar de todo. No es saber algo y hablar de ello. Es saber alguna cosa y actuar de manera que algún otro lo conozca igualmente. Enseñar es fundamentalmente trabajar para establecer una relación peculiar, la relación pedagógica, una relación que lleva a una persona a adquirir nuevas capacidades. Las tareas de la enseñanza están todas dirigidas a establecer esta relación.Para que haya enseñanza, es necesario que fundamentalmente existan tres elementos: un alumno, una materia y alguien que enseñe. Esta <<relación triádica>> es la que constituye lo esencial de la enseñanza. El conjunto de tareas tiene como función relacionar dinámicamente estos tres elementos. La relación pedagógica se establece mediante tres relaciones diferentes, pero en interacción. En primer lugar, se establece una relación peculiar entre los que enseñan y la materia que se enseña; es la relación didáctica. En segundo lugar, se crea una relación interactiva entre los profesores y el alumnado; es la relación de enseñanza propiamente dicha, la relación de mediación. Y, por último, debe construir una relación directa del alumno con la materia o con los conocimientos que se van adquirir; es la relación de estudio.

 La relación pedagógica

Ya en 1904, Dewey subrayaba la importancia en la enseñanza del papel del

conocimiento de la materia. Defendía igualmente que el conocimiento científico de la

disciplina es diferente del conocimiento necesario para enseñar. En la actualidad, se es

cada vez consciente de la importancia del conocimiento disciplinar para las mujeres y

hombres dedicados a la enseñanza (Schwab, 1978; Shulman, 1974; Buchmann,

1982).

Sigmund Gudmundsdottir (1987) ha estudiado la diferencia que existe entre el

conocimiento de la materia, tal como se encuentra en los especialistas, y el

conocimiento pedagógico de la materia, tal como se encuentra en los enseñantes con

años de experiencia docente. Su investigación sugiere que los profesionales de la

enseñanza adquieren una nueva comprensión de su especialidad cuando tienen que

enseñarla.

Esta nueva comprensión repercute en su modo de enseñar. Y en los profesores con

una corta experiencia docente, su formación universitaria anterior da una orientación

peculiar a su enseñanza. Por ejemplo, un profesor cuya especialidad es la antropología

y al que se le propone un curso donde aparecen dimensiones históricas, sociológicas y

geográficas tenderá a ignorar los elementos ajenos a su formación personal. La

conclusión es clara: los programas son siempre transformados por los enseñantes en

función de su dominio de la materia.

Toda preparación de un curso comprende una fase de comprensión del programa, pero

también una fase de transformación de los materiales con vistas a la enseñanza. Hay

siempre una reestructuración del contenido con fines pedagógicos. Con el tiempo, los

profesores con experiencia en el oficio elaboran estructuras conceptuales más ricas en

número y coherencia de los conceptos utilizados.

La relación que mantiene una profesora o un profesor con la materia que tienen que

enseñar difiere de la relación del especialista con esa misma materia. La relación

didáctica engendra un proceso de reorganización de los conocimientos con fines

pedagógicos. La profesora o el profesor se interroga acerca de los contenidos

disciplinares buscando encontrar el mejor camino para construir los conocimientos

pertinentes. No sólo se pregunta: <<¿Qué deben aprender los alumnos?>> También

se pregunta: <<¿Cómo se consigue llegar a esos conocimientos?>>.

La organización de los contenidos deducidos de la relación didáctica genera los

métodos de enseñanza. Es importante comprender cómo los que enseñan organizan

los conocimientos para enseñar. Aquí está todo el campos de la didáctica.

La relación de mediación

El saber no es un producto prefabricado. Cada uno tiene que construírselo. El alumno

debe ser dirigido en la construcción de su propio saber. La relación de mediación

asegura la calidad de la marcha del alumno en su búsqueda del saber. En el curso de

la interacción que se produce entre profesor y alumno, no se encuentran las

actividades que apuntan a los procesos intelectuales de pensamiento o de razonamiento.

La relación de mediación exige establecer un proceso muy complejo que se ha

comenzado a comprender y a estudiar recientemente (Duffy y Roehler, 1986). Ahora

se entiende que la enseñanza es mucho más que hacer que los alumnos cumplan las

tareas y que presentar información con lógica. La enseñanza es además una

interacción cognitiva entre alguien que enseña y los alumnos. La relación de mediación

representa este aspecto de la enseñanza.

La relación de estudio

En el proceso de enseñanza, el alumno se sitúa frente a la materia que tiene que

aprender; se encuentra en la relación de estudio. Tiene que apropiarse de esa materia,

comprenderla y conocerla. Esta relación no es facultativa, porque no es externa al

proceso de enseñanza. Es parte integrante de ella y debe ser prevista por los que

enseñan.

La relación pedagógica es, por tanto, algo más que la presencia de un contenido, de un

profesor y de un alumno. Es la creación de una interacción entre ellos. Establecer esta

relación exige un gran número de conocimientos y habilidades en los profesores. He

aquí las siete fuentes de conocimientos necesarios para la enseñanza que ha

identificado Shulman (1987):

EL

CONOCIMIENTO DEL CONTENIDO: Conocimiento y comprensión de la

materia que se va a enseñar.

EL

CONOCIMIENTO DIDÁCTICO: Mezcla de conocimientos disciplinares y

pedagógicos que permite a los profesores organizar los conocimientos para

facilitar el aprendizaje.

EL

CONOCIMIENTO DE LA PEDAGOGÍA GENERAL: Conocimiento de los diversos

métodos de enseñanza, de estrategias y actividades.

EL

CONOCIMIENTO DE LOS ALUMNOS: Conocimiento de lo que caracteriza a los

alumnos y conocimiento de los procesos de aprendizaje que ellos utilizan

(teorías del aprendizaje).

EL

CONOCIMIENTO DE LOS CONTEXTOS: Conocimiento de aquello con que los

profesores pueden contar para enseñar.

EL

CONOCIMIENTO DE LAS METAS, LOS OBJETIVOS Y FINES: Conocimiento de

lo que convierte su enseñanza en necesaria.

EL

CONOCIMIENTO DEL PROGRAMA: Conocimiento de la articulación de los

diversos elementos que componen el programa.

Estos conocimientos deben ser integrados en el proceso de enseñanza y explotados

mediante las habilidades de enseñanza. Se trata, pues, de una actividad compleja que

exige un alto nivel de trabajo intelectual.

La actividad de enseñar puede catalogarse dentro de un modelo sistemático de tareas

como el propuesto por Jackson (1968). Este autor sugiere agrupar las diversas tareas

que realizan los profesores alrededor de tres grandes períodos: una fase de

preparación o fase preactiva, una fase de activación de la relación pedagógica o fase

interactica, y una fase de verificación de resultados, de corrección del método

empleado, o fase postactiva. Este esquema se podría representar así:
Las fases del proceso de enseñanza, según Jackson
 
postactiva--preactiva--interactiva
 

Como puede verse, se trata de un sistema, es decir, que cada conjunto de tareas se

entiende en relación con los otros y no en sí mismo. Así uno no evalúa porque esté

exigido por la administración o sea necesario para seleccionar. Se hace por ser una

acción necesaria al sistema como las demás. Igualmente, uno prepara sus clases

sacando provecho de su experiencia anterior y actúa conforme aun método

previamente elaborado.

Durante la fase preactiva, los que enseñan deben planificar su actividad y preparar los

instrumentos que van a necesitar para llevarla a cabo. Lógicamente, esta fase es

previa a otras y la calidad de éstas va a depender de aquella. Aunque esta fase

siempre esté presente en la enseñanza, en realidad, ella está más o menos elaborada

con relación a las directrices de enseñanza y a la participación en la responsabilidad de

preparar los cursos.

Más aún, la planificación y la preparación de los cursos varían según la comprensión

que los que enseñan tengan de su trabajo. Así, esta fase, reducida a la mínima

expresión, puede compendiarse en una pregunta que se suelen hacer los profesores

antes de ir a la escuela: <<¿Qué voy a hacer hoy?>>. En cambio, el profesor que

conoce los aprendizajes que desea que los alumnos consigan se tomará un tiempo más

largo de preparación. Se necesitan habilidades específicas para realizar las tareas de

preparación de un curso.

Pero el único problema que se plantea al profesor es la asistencia a clase y cumplir con

su tarea, él puede escoger actividades que harán que todo se desarrolle bien, pero que

no contribuirán a que los alumnos realicen los aprendizajes necesarios para sus

desarrollo. Aquí radica el problema de la elección del método de enseñanza y de la

elaboración de los instrumentos que ella exige para que sea aplicado con eficacia. Se

dan dos tipos de respuesta a este problema: una respuesta intuitiva o una respuesta

sistemática. La intuitiva considera las actividades en sí mismas y la sistemática las

escoge en función de las condiciones de la enseñanza y del aprendizaje.

Durante la fase interactiva, los que enseñan deben conducir el proceso de enseñanza

en clase. Ellos entran en acción con los alumnos y dirigen su aprendizaje. Es inevitable

que los alumnos interpreten de forma diferente lo que se les ofrece. Los que enseñan

deben, pues, poder conocer durante el proceso cómo el alumno construye su

conocimiento, y poder corregirlo, si fuera necesario. Esta actividad de construcción del

saber no se limita a la presentación de un contenido bien estructurado; comprende

preguntas, ejemplos, ejercicios, trabajos, etc. Y además son necesarias habilidades

específicas respecto a estas tareas.

Por último, en el transcurso de la fase postactiva, los que enseñan evalúan los

resultados del proceso y los tienen en cuenta para rectificar su nueva preparación. Así

sacan provecho de su experiencia. Sin embargo, esto exige que desarrollen las

habilidades necesarias para hacer una evaluación de calidad.

Con este marco de referencia, Jackson ha llamado la atención de los investigadores

sobre la importancia de describir los procesos de pensamiento y la planificación de los

profesores con el fin de comprender los sucesos que se observan en clase. Para él, el

aspecto <<oculto>> de la enseñanza es esencial para mejorar nuestra comprensión

de los aspectos más viables. Hoy, la convicción general es que las estructuras

cognitivas de los que enseñan pueden tener consecuencias pedagógicas importantes.

  

LA ENSEÑANZA: UN CONJUNTO DE TAREAS

Las diversas relaciones sólo pueden establecerse mediante el cumplimiento de las

diferentes tareas vinculadas al sistema de trabajo de enseñanza. Todas esas tareas no

las realiza el cuerpo docente. Hay un reparto entre diversos especialistas y los

profesores que intervienen directamente en clase. Y el reparto varía según el sistema

de enseñanza y los grados de la misma (primaria, secundaria, superior). Veamos en

qué consisten cada una de ellas.

Las tareas propias de la fase preactiva

En la fase preparatoria hay que idear, planificar y organizar la creación de las

diferentes relaciones. La primera labor consiste en idear el método de enseñanza, es

decir, elaborar las estrategias didácticas (la secuencia de los contenidos), de mediación

(las actividades de clase) y de estudio (trabajos autónomos). Una parte de este trabajo

ordinariamente se confía a los especialistas, menos en la enseñanza superior. Después,

hay que planificar la enseñanza, es decir, distribuir en el tiempo programado las

actividades previstas por el método. A continuación, para cada encuentro, hay que

seleccionar o elaborar los instrumentos pedagógicos necesarios. Y por último, antes de

cada actuación, hay que hacer la preparación inmediata: situarse en el método, revisar

el desarrollo del encuentro y verificar el estado del instrumental.

La fase preactiva exige un trabajo considerable. Es difícil concebir que una profesora

sola o un solo profesor desarrolle todas las habilidades necesarias para idear los

métodos, planificar y crear el material de enseñanza. Por eso, la enseñanza habla

también de sus especialistas.

1

CONCEPCIÓN (Método)

2

PLANIFICACIÓN (Tiempo)

3
INSTRUMENTAL (Medios)
(GUÍA DEL ALUMNO) (APOYOS PARA LAS ACTIVIDADES)
 4

PREPARACIÓN

(Síntesis)

Tareas vinculadas a la fase preactiva

Las tareas propias de la fase interactiva

Sintetizando las ideas expuestas en muchas investigaciones sobre la interacción

maestroalumno

en el contexto de una enseñanza formal dispensada por profesores

experimentados, Rosenshine (1986) ha reunido las actividades ordinariamente

emprendidas en seis funciones: revisión, presentación de nuevas materias, ejercicios

dirigidos, <<feedback>>

y corrección, ejercicio autónomo y síntesis periódica. Tales

funciones han sido también reconocidas por Good y Grows (1979) y por Russell y

Hunter (1981). Vistas como una secuencia, recuerdan los eventos de enseñanza de

Gagné (1976):

El

recuerdo de aprendizaje anteriores significativos

Los profesores experimentados comienzan sus recursos repasando los contenidos

anteriormente enseñados, la corrección de los deberes o trabajos y el recuerdo de

conocimientos relacionados con los nuevos aprendizajes.

La

determinación de los objetivos

Para aprender, hay que querer desarrollar las capacidades necesarias para realizar una

tarea o para obtener un resultado determinado. Así, tras ver una película, uno se

inscribirá en un curso de judo para llegar a ejecutar las proezas que nos han

impresionado. Después de haber asistido a un espectáculo donde el cantante suscita

admiración, uno se pondrá, como él, a rasguear la guitarra y a cantar. Para aprender,

hay que tener un PROYECTO. Los pasos que seguirán a continuación (escucha,

ejercicios, etc.) estarán en función de ese proyecto y de los resultados que se esperan.

Una de las funciones de los dedicados a la enseñanza es hacer que los alumnos tomen

conciencia de ciertas necesidades, ponerlos en condiciones de querer aprender,

ayudarles a proponerse objetivos cuya consecución después será evaluada en los

exámenes. No basta con enunciar objetivos prefabricados. Hay que situar a los

alumnos ante un resultado apetecible y sugerirles este resultado como proyecto de

aprendizaje.

La

presentación de nuevos elementos de aprendizaje

Los estudios hechos sobre la enseñanza eficaz de las matemáticas (Evertson y otros,

1980; Good y Grows, 1979) muestran que las mujeres y los hombres dedicados a la

enseñanza con más éxito dedican más tiempo que los demás a presentar la nueva

materia y a supervisar los ejercicios. Ellos dan más explicaciones, ponen más

ejemplos, realizan más sondeos sobre la comprensión de los alumnos y procuran que

éstos dispongan de todos los elementos que les ayuden a hacer los ejercicios con la

menor dificultad posible.

En la presentación de los nuevos elementos, los profesores deben enfocar la atención

de los alumnos a lo que van a aprender. Es lo que constituye el enunciado de los

objetivos. Luego, hacen una presentación ordenada de los diversos elementos de la

lectura. Disminuyen las interpretaciones ambiguas de los alumnos poniendo ejemplos.

Y se aseguran de que los alumnos están en el buen camino para realizar su

aprendizaje verificando periódicamente lo que han comprendido mediante preguntas o

resúmenes hechos por ellos de la presentación y comprometiéndoles a que opinen

sobre lo que se acaba de explicar.

Los

ejercicios supervisados

Según el grado de dificultad de los elementos de la presentación, los profesores

organizan, con mayor o menor periodicidad, ejercicios que ellos dirigen y supervisan.

Esto permite a los alumnos ejercitar progresivamente las habilidades necesarias, pasar

los elementos recientemente adquiridos de la memoria de trabajo a la memoria a largo

plazo y crear los esquemas operativos.

El ejercicio es esencial para aprender, y los que enseñan con eficacia saben organizar

los ejercicios necesarios. Ellos aprovechan la supervisión de estos ejercicios para

descubrir los defectos de aprendizaje de los alumnos y para hacerles entrar en una

problemática cognitiva que les va a permitir proseguir adecuadamente su camino de

aprendizaje.

La elaboración del saber presupone el ejercicio responsable de los alumnos en el

tratamiento de los nuevos datos de aprendizaje. Los ejercicios supervisados forman

parte de los medios para interesar a los alumnos en el aprendizaje.

La

enseñanza correctiva

En el momento de la enseñanza correctiva, los profesores explican por qué ciertos

resultados son acertados y otros no se ajustan a lo esperado. Con esto, ofrecen nuevas

indicaciones para orientar el aprendizaje.

Los

ejercicios autónomos

Los ejercicios supervisados han permitido a los alumnos adquirir las aptitudes nuevas.

Los ejercicios autónomos ayudan a superar la duda aún presente y conseguir la

facilidad necesaria para dominar los aprendizajes. De esta manera, el alumno alcanza

un nivel de autonomía previsto por el proceso de aprendizaje.

Los ejercicios autónomos son provechosos cuando las directrices son claras, cuando los

profesores confían en un buen punto de partida para la ejecución de la tarea y cuando

está garantizada una supervisión mínima que evite los bloqueos en el camino.

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