11:22 AM
El abismo negro (PARTE IV)
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Indiferentes a cualquier cosa que no fuera la tarea que les había sido asignada, los cirujanos humanoides continuaron operando.

- ¡Vámonos de aquí! -dijo Vincent llevando a su compañero al otro lado de la puerta y cerrandola tras ellos-. Tenemos que ocultar a estos robots antes de que nos descubran.

Introdujeron los restos de los robots bajo un mostrador fuera de servicio y se perdieron pasillo adelante.

* *

Reinhardt se reunió con sus invitados en el comedor. A simple vista podía observarse el triunfal brillo de sus ojos.

-¿Le interesan a usted los abismos ne gros, doctor Durant? -preguntó.

Por supuesto, senor. Los he estado es tudiando desde que me gradué como físico

astronórnico.

-Entonces, les propongo un brindis. Esta noche, amigos mios, estamos en el alba de una hazana sin paralelo en la exploración espacial. Si los calculos de la nave sonda que acaba de regresar coinciden con los datos del ordenador, significará que puedo proceder a hacer la prueba defínitiva tanto de la nueva fuente de energía representada por el proceso "Cygnus" como del generador de gravedad cero que protege mi nave . Viajaré allá donde ningún hornbre se ha atrevido a ir.

Durant clavó sus ojos en el profesor, incrédulo. Tembló su voz antes de preguntar

-¿Dentro del mismo abismo negro''

-Exactamente. Y no sólo dentro de él pienso llegar al otro lado.

-Pero... ¡No hay otro lado! Cualquier cosa que penetra dentro de un sumidero es convertido en nada por la fuerza de la gra-

vedad .

-Esa es una teoría -admitió, Reinhardt-. Hay otras. Mis propias teorías.

-Aun admitiendo esa posibilidad, admitiendo incluso que sus cálculos acerca de energía impulsora que le permita llegar al otro lado... ¿Qué espera encontrar allí? -preguntó Holland.

-Un nuevo espacio. Un universo distinto, donde las leyes físicas del conocido no cuentan. Allí el espacio y el tiempo son medidos de una forma totalmente distintas, y donde se puede alcanzar la inmortalidad.

- ¡Fantástico! -exclamó Pizer fascinado.

-- ¡Absurdo! --dijo a la vez Booth.

-Dan, Vincent desea que te reunas con él en la "Palomino". Tambien quiere que vaya Pizer -dijo Kate, como saliendo de un sueno.

-¿Cómo? -Reinhardt quedo sorprendido por la interrupción de la profesora-. ¿Qué está diciendo? ¿Cómo puede saber que su robot les llarna?

-¿No lo sabía, profesor? Kate posee un sistema de intercomunicaci6n mental con Vincent, en la Tierra lo llamamos "esplink".

Claro que este Sistema ha sido descubierto recientemente, bastante después de que us ted la abandonara.

- ¡Facinante ! admitió el sabio. ¿ En qué consiste ?

-Primero hay que tener diversas dotes de transmisión mental por telepatía; des pués, esas dotes son aurnentadas rnediante la inserción de un artificio electrónico en el cerebro -aclaró Durant.

-Veo que en la Tierra no han abandonado los experimentos, y ello me alegra. De acuerdo, señores reúnanse con su robot. Entre tanto, senorita Mac Crae Y doctor Durant, si lo desean, pueden acompañarme a la sala de control. Creo que hay otras cosas que puedo mostrarles Y que encontrarán fascinantes. Además, deseo entregarles mis "Otros de estudios científicos antes de que inícien su regreso a la Tierra. Por cierto, ¿que es lo que no va bien en la "Palomino" para que sean reclamados en mitad de la comida?

-Vincent no lo ha especifîcado --aclaró Kate-. Seguro que tiene que ver con las reparaciones, Cuando se trabaja con algo tan delicado como el sistema de regeneración atmosférica, utilizando recambios adaptados, suele surgir casi siempre algún problema.

-Esperemos que se resuelvan rápida mente -dijo Reinhardt-. Estamos casi lis tos para iniciar el más fascinante viaje de exploración que haya hecho nunca el gé nero hurnano.

-Nos veremos más tarde. Hasta luego -dijo Holland poniendose en pie.

Pizer y Booth le imitaron, y salieron del cornedor.

 

* *

 

-¿Sabéis lo que opino? -dijo Booth mientras tomaban el aerocoche que había de llevarlos a la "Palomino"- Creo que Reinhardt se ha vuelto loco. Nuestra obli gación sería tomar la "Cygnus", reducir a ese maníaco por la fuerza, y retornar a la Tierra con esta nave.

-¿Estas seguro de que podríamos con- seguirlo? Yo no lo estoy tanto, después de haber visto a todos esos guardianes y a Maximillian. Ya viste lo que nos pasó tan pronto exhibimos las primeras armas...

-Sería diferente esta vez -insistió el

periodista-. Podriamos apoderarnos de - Reinhardt y obligarle a ordenar a todos sus condenados robots que se rindieran.

Holland no contestO; estaban llegando a la antesala del muelle de atraque, y Pudo

ver a Vincent aguardándoles en compañía de otro robot parecido, aunque mucho mas deteriorado.

- ¡ Tenemos novedades sumamente gra ves que informan, comandante! -dijo Vin cent-. Será mejor que Bob se lo cuente.

El robot estuvo hablando durante una buen rato, interruimpiendose tan s61o para aclarar alguna pregunta de sus interlocuto res humanos, que escuchaban en un silen cio horrorizado, que se acentuó cuando Bob explicó lo que se había hecho con el resto de la tripulación superviviente.

Pizer parecía tener ganas de vomitar. Holland se volvió para hablar con el repor tero.

-Esto explica el funeral con el que me tropecé y el misterio de tu jardinero cojo. Me parece que vamos a tener que seguir tu consejo, Harry. No podemos despegar y de jar a esos desgraciados aquí. Tenemos que estudiar algo para apoderarnos de la "Cyg-

nus"

El reportero había empezado a sudar de golpe.

--¿Y arriesgarnos a terrninar corno la tripulación? Si ellos no lo consiguieron, igué posibilidades tenemos nosotros?

- ¡Qué rapidamente has cambiado de idea, Harry -dijo Pizer sarcástico-. ¿Qué hay de tus ideales de convertirnos en héroes, regresando a la Tierra con la "Cygnus" y Reinhardt prisionero?

-Capitán -dijo Bob interrumpiendo-, no les causaria un favor devolviéndoles a Tierra. Sus cerebros son irrecuperables y me consta que sufren... La muerte es su única liberación.

-Decida lo que decida, hágalo pronto, comandante -dijo Vincent-, antes de que los acontecimientos se precipiten. Tuve que desembarazarme de un par de centinelas que nos habían descubierto en el quirófano. Tan pronto lo descubrãn sabrán que hemos sido nosotros y no querrán dejarnos marchar.

-Charly, sube a bordo de la "Palomino" y prepara el despegue. Vincent, ponte en contacto con kate y dile que la quiero a ella y a Alex aquí, a toda prisa. Nos vamos.

Las luces de Vincent centellearon en secuencia especial mientras ponía en funcionamiento el sistema "esplink" de comunicación. El resto de sus compañeros se apresuró a entrar en la "Palornino".

* *

En la torre de mando Durant Y Mac Crae dialogaban mientras Reinhardt daba instrucciones a los robots para efectuar trabajos preparatorios.

Estoy decidido, Kate. Estuve ojeando el inforrne de las investigaciones del profesor Reinhardt, Son tan magníficos, tan avanzados, que no tengo dudas de que su experimento va a ser un autentico éxito. Aquí los tengo, sera mejor que te hagas tú cargo de ellos. Yo me voy con ellos al otro lado.

Mac Crae iba a responder cuando se puso en funcionamiento su sistema "es plink" .

--Alex...

El tono de voz atrajo la atención de Reinhardt, que se la quedó mirando fija rnente .

-Dan quiere que regresemos a bordo. Están listos para despegar.

El profesor la miró, unos segundos y luego se volvió a sus siervos humanoides.

-Preparad las máquinas. Atentos a ac tivar la máxima expansión del campo de gravedad cero. Máquinas a toda potencia.

Ocho enormes máquinas empezaron a zumbar suavemente transmitiendo la vi bración a lo largo de toda la "Cygnus". A bordo de la "Palomino" no podian oír las Qrdenes de Reinhardt, pero podían notar que sus planes estaban precipitándose.

- ¡Vincent! -ordeno Holland-, Comu nicale a Kate que quiero que venga inme diatamente, con o sin Alex. Si pone peros, dile por qué quiero que venga.

Mac Crae consigui0 dominar el horror que le causó el informe de Vincent y se acercó a Durant hablándole con decisión.

-Alex, tenemos que volver a la nave ahora. Están preparados para despegar. Dan no puede esperarnos mucho más.

- ¡Me quedo!

- No lo entiedes, Alex. Reinhardt es un asesino. Aquellas... criaturas que hay allí, los robots con cara de espejo, no lo son. iSon humanos! Mejor dicho, lo fueron hace tiempo.

Durant se puso muy pálido. Tartamudeó al decir:

--No te entiendo, Kate.

- ¡Claro que me entiendes! Esas criaturas son lo que queda de la tripulación humana original. Han sido alterados quirúrgicamente bajo las órdenes de Reinhardt para que su voluntad quede destruida

hasta convertirse en esclavos.

Alex Durant estaba petrificado debatiéndose entre dos dísyuntivas. Por una parte, la adoración que sentía al que consideraba su insuperable maestro, casi un dios; por otra, las terribles acusaciones de Kate. Reinhardt debio notar algo raro, porque se dirigió hacia ellos con los ojos firmemente clavados en Mac Crae. -¿Ocurre algo -pregunto.

- Kate está disgustada porque he decidido partir con usted -contestó Durant, encubriéndola.

- Me temo que ella también va a venir con nosotros -informó Reinhardt, sin perder la calma.

- ¡No! -gritó Mac Crae, dando un paso hacia atrás.

- Tenernos unas condicionès optimas para penetrar en el abismo negro ahora, Y su presencia en la «Cygnus» es para mí fundamental. Su "esplink", me permitirá comunicarme con los hombres de la "Pa lomino", los cuales podrán difundir mi hazaña a toda Tierra. Querida, no lo dude, está usted colaborando en la experiencia más grande llevada a cabo por la humani dad.

        

Entretanto, Durant se había acercado a uno de los humanoides que operaba en un tablero de control. Alargó, la mano hasta la protección reflectante de la cara sin que el robot protestara. De un tirón, arrancó el espej o.

Una cara, que había sido una vez humana, continuó su trabajo sin prestarle atención, pero Alex sintió un violento extremecimiento al ver aquellos ojos que miraban sin ver, reflejando un vacío interior que causaba pánico.

El ídolo que Durant había levantado acababa de derrumbarse. Loco de ira se interpuso entre el profesor y Kate gritando:

- ¡Déjela marchar! ¡Bastante daño ha ocasionado usted ya a bordo de esta nave...!

Y Maximillian se puso en movimiento. Extendió dos brazos, armados de poderosas cuchillas giratorias capaces de cortar el más duro metal, avanzando inexorable hacia Durant. Fue en vano que el científico tratara de interponer entre su cuerpo y el arma el libro de notas que Reinhardt le ha bia entregado. Fragmentos de papel saltaron en todas direcciones antes de que Durant se desplomara al suelo con el cuerpo totalmente destrozado, mientras Kate dejaba escapar un grito de terror.

-Lo siento -dijo Reinhardt con sincero acento-. Ha sido una lastima... Durante un tiempo pensé que podría ser un buen colaborador, ahora...

Volvió sus ojos a Kate para anadir:

-Respecto a usted, querida, lamento que no haya querido colaborar conmigo voluntariamente. Tendrás que hacerlo de todos modos. Maximillian se ocupará de que reciba el tratamiento médico correspondiente .

Dos robots vigilantes hicieron su entrada en la torre de control para conducir a la doctora Mac Crae al quirófano. La cogieron sin violencia, pero con energia, llevandola hacia el ascensor.

Kate sabia que nada podía hacer contra las máquinas y se dejó arrastrar sin oponer reslstencia.

-En marcha todas las máquinas -ordenó Reinhardt-. Lista la cuenta atrás para iniciar la maniobra. Todo el mundo preparado en sus puestos.

La mano de Holland se detuvo por encima de un control, cuando la voz de Reinhardt le llegó a través del intercomunicador del panel.

-Todo listo para el despegue, capitãn Holland. Tiene tiempo de sobra para salir fuera del campo de gravedad cero de la "Cygnus", pero debe conseguir la máxima velocidad de escape para no ser atrapados por la absorción del abismo negro.

Los doctores Durant Y Mac Crae han elegido quedarse a borde de la "Cygnus" para participar en mi experimento. Les desean a usted y a sus amigos buena suerte.

-Te lo dije -exclamó Booth-. Hemos estado perdiendo un tiempo lamentable, rnientras que esos dos sabios se dejaban camelar por Reinhardt. Y, entretanto, hemos estado a punto de que descubran esos robots destruidos y sepan que estamos enterados de todo impidiéndonos salir. iVárnonos a todo gas, antes de que sea demasiado tarde!

-No estoy de acuerdo. Kate jamãs obraría asi.

-El doctor Durant ya no cuenta -dijo Vincent atrayendo la atención de todos-. Maximillian lo ha matado. En estos momentos se están llevando a la doctora Mac Crae al hospital.

Holland se puso en pie de un salto. Las intenciones de Reinhardt estaban tan cla-

ras corno un cristal.

-Vincent, haz que el viejo Bob nos lleve al quirófano por el camino más corto. Harry, tú te quedas aqui y vigilas la nave. Impide por todos los medios que nadie suba a bordo.

-Booth asintió. Parecia qeu iba a decir algo, pero prefirió guardar silencio después de pensárselo un poco.

Pizer se incorporó de su asiento para acompañarlos, pero se lo impidió Holland con un gesto.

-Lo siento, Charlie. Tú también te que das.

-¿gué? ¿Estas loco? Vas a necesitar toda la fuerza de disparo que puedas con seguir.

--Ya lo sé. Puede que consigamos llegar hasta Kate y puede que no. Tampoco es se-

guro que consigamos regresar, y es impor tante que alguien regrese a la Tierra para informar de lo ocurrido aqui. Harry no puede pilotar la nave. De todos modos no esperes demasiado. Sácala del campo de gravedad de la "Cygnus" antes de que sea demasiado tarde.

Bob abrió la marcha seguido por Ho land. Antes de salir, Vincent se volvió a Pi zer:

-Les deseo buen viaje de regreso. iQue tengan mucha suerte!

-Cuídate tú, barril de chatarra, y procu rad volver todos sanos y salvos.

Katherine Mac Crae había entrado en el quirófano mirando a su alrededor, lleno de angustia. Los cirujanos humanoides esta ban preparados para realizar el cambio en su cerebro sin sentir la rnenor ernoción.

-Por favor, Vincent, daros prisa -su plicó Kate-. Tengo miedo.

Simultaneamente, una pareja de robots guardianes acababan de encontrar los res tos destrozados de sus compañeros, ocul tos bajo la consola. Uno de ellos se acercó a un comunicador situado en la pared y pulsó

un botón.

La alarma irrit6 a Reinhardt que estaba

demasiado ocupado en la maniobra de par tida. Escuchó unos instantes Y cortó la co municación sin que un solo músculo de su

cara se alterara.

-Ha llegado el momento de liquidar a nuestros invitados -dijo-. Excepto el ro bot y la doctora Mac Crae, todos deben ser eliminados. Unicamente si consiguieran llegar hasta ella, deberían ser todos exterminados. Maximillian, ocúpate de ello.

El robot se dirigió a un panel de control y dio las órdenes oportunas. De inmediato, todos los robots-guardias de la "Cygnus" se pusieron en accion.

Bob condujo a sus amigos a través de corredores pocos concurridos, evitando encontrarse con las patrullas de guardia. La lentitud de los deteriorados impulsores del viejo robot impacientaban a Holland, que hubiera deseado correr por los pasillos a toda velocidad.

Kate había sido colocada en el quirófano rodante, con sus órganos vitales protegidos por una capa de metal flexible, y dejado su cuerpo únicamente al descubierto en aqueIlos puntos que debían ser tratados por los láser.

Los humanoides manipulaban los controles totalmente insensibles al dolor ajeno. Kate reconocid diversos proyectores de laser de rayo corto y alta intensidad, capaces de cortar carne y hueso hasta tolerancias microscópicas.

-Vincent, daos prisa, por favor suplicó a través del sistema se comunicación «e splink»

-Estamos llegando, doctora Mac Crae -respondió una voz familiar, confortable, dentro de su cabeza.

Se encendieron luces en la cúpula cargada de instrumentos encima de su cabeza.

-Anestesia -pensó aterrada-. Dentro de poco todo habrá terminado para mí,

El intenso crepitar de aparatos electrónicos fundiéndose llegó hasta ella, a la vez que trocitos de rnetal y plástico fundido llovían a su alrededor. Como pudo giró la cabeza hacia el otro lado y vio a Holland. Estaba en pie junto a la entrada, flanqueado por dos máquinas que disparaban sus Iáser hacia los cuadros de control del quirófano.

Los sorprendidos centinelas que aún estaban en la sala intentaron en vano levantar sus armas contra los intrusos. Antes de que lo consiguieran, los certeros disparos de Holland y sus acompañantes los redujeron a un confuso montón de chatarra.

Los Iáser quirurgicos continuaban funcionando, mientras que el receptáculo que contenía a Kate avanzaba inexorablernente para situarse bajo sus efectos. Holland echó a correr hacia ella, olvidándose del peligro que suponían los tres guardianes que acababan de irrumpir en la sala.

-,Detrás de usted, Mr. Holland!

Un robot saltó sobre el comandante atenazándole con sus brazos de hierro, cayendo ambos sobre la plataforme giratoria. Las manos de Holland se aferraron al brazo armado del robot tratando de impedir que

disparara. En un supremo esfuerzo consiguió desplazarse hacia un lado, mientras

que su oponente, falto de apoyo, rodó en dirección contraria, de modo que la cabeza quedó durante un segundo bajo el láser quirúrgico. Se oyó un chisporroteo cuando los componentes electrónicos saltaron en todas direcciones, totalmente abrasados.

Holland no perdió, el tiempo. Tomó a Kate en brazos, sacandola de la plataforma, y se tiró al suelo protegiéndola con su propio cuerpo de los disparos que cruzaban la sala.

Los dos cirujanos habían caído en el fragor de la lucha, arrastrando con ellos uno de los paneles. Nuevamente, sin temor ya a herir a sus compañeros, ....
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