11:15 AM
El abismo negro ( PARTE III)
.....

-¿También "estos", son creación suya? Tienen una pinta muy rara, con esas mãscaras de espejo delante de la cabeza.

-Así es, señor Booth. Ya les dije que tras la muerte del doctor Mac Crae me quedé absolutamente solo... y no soy tan inhumano como usted piensa. Yo también necesito compañía, así es que procuré darles el aspecto más humano que fui capaz.

Se acercó a ellos poniendo la mano con gesto amistoso sobre el hombro del que tenía mas cerca. El robot continuó su trabajo, sin dar la menor muestra de percibirlo.

-Si desean acompañarme les mostraré lo rnás fundamental de mi nave. Pueden hacer cuantas preguntas quieran.

Reinhardt escoltó a sus invitados alrededor de la circunferencia de ia torre de mando, explicándoles la función de cada uno de ellos, y respondiendo pacientemente a cuantas preguntas le hacian, incluso aquellas que por su expresión consideraba tontas.

-Mientras muestra el resto de la nave a mis compañeros, nosotros preferiríamos ir primero al almacén de repuestos -dijo HoIland-. ¿Puede ordenar a su robot que nos guíe?

-Por supuesto, comandante -respondió el profesor, haciendo un gesto al monstruo rojo que, inmediatamente, se puso en marcha hacia el ascensor.

Al cruzar la puerta, empujó intencionadamente a Vincent, pero esta vez el pequeño robot no respondió a la provocación. Holland y Pizer entraron tras ellos; las puertas se cerraron, y el ascensor se puso en marcha silenciosamente.

Alex Durant estaba realmente impresionado, y no sólo por la magnificencia y alta tecnologia de la "Cygnus". Eran los descubrimientos del profesor Reinhardt lo que dejaba sin habla. A bordo de aquella nave se había adelantado científicamente, gracias a un solo hombre, más que en toda la Tierra con sus miles y miles de cientificos. Era inútil que Booth tratara de quitar importancia a estos hechos, preocupado tan sólo en atacar al profesor y su conducta. De lo que no cabía la menor duda era de que Hans Reinhardt era un genio.

Escuchaba las explicaciones de las teorías del sabio con la rnisrna devoción de un acolito que espera ser ordenado. Mac Crae se mostraba más reservada, aun reconociendo la enorrne valía de su interlocutor.

Maximillian había conducido a Holland, Pizer y Vincent por debajo del nivel del corredor de aerocoches que cruzaba la nave. Ahora estaban en las profundidades de la enorme nave-ciudad, viajando a pie por un pasadizo mucho mas estrecho, desde el que podían ver a través de las bóvedas transparentes parte de la superestructura.

Maximilliam se detuvo al fin junto a una puerta extendiendo el brazo. La cerradura chirrio un poco, cosa insólita en comparación con el suave funcionarniento de todas las restantes. La primera impresión que tuvo Holland cuando pasaron al otro lado era de que se encontraban en una zona rararnente visitada. Hileras de estanterías cargadas de mercancía llegaban hasta el techo .

-Te diré lo que voy a hacer, Charlie

dijo Holland-. Regresaré a la "Palomino" y empezaré a desmontar el generador. Creo que aquí encontrarás todo lo necesario. Cuando lo tengas, te reunes con-

migo.

Inmediatamente, Maximillian se situó ante él para bloquearle la salida.

-No te preocupes por mi -dijo Holland, dando un cachetito a la imponente máguina. Sabré encontrar el camino. Tú preocúpate de buscar cuantas piezas necesitamos, ya sabes lo que dijo tu amo.

El robot permaneci6 indeciso cuando Holland salió rápidamente, perdiendose pasillo adelante. Se notaba que estaba confuso sin saber que decisión tomar. Pizer intervino de inrnediato:

-Necesitamos valvulas de presión para aporte de oxígeno, primarias y secundarias, con unidades microordenadas incorporadas, y un controlador de fluidos con buena proporción de ECS.

De mala gana, Maximillian se puso en movimiento para cumplir lo que le pedían.

* *

Holland llegó a una terminal de aerocoches, eligiendo uno que lo llevara a la zona de enganche de la "Palomino". El vehículo arrancó suavemente. Al llegar a la primera intersección hubo algo que le impulsó a frenar bruscarnente: seis robots humanoides, de cada de espejo, caminaban lentamente, llevando sobre sus hombros una forma que a Holland se le antojó un ataud.

Descendió apresuradamente del vehículo para seguirlos. Tuvo que descender hasta el giro inferior, corriendo hacia el recodo del pasillo por donde los robots habían desaparecido.

Se encontró en una larga galería llena de puertas simétricas reconociendo por su aspecto la zona destinada a la antigua tripulación humana de la "Cygnus", deteniéndose en el acto.

- ¡Es extraño! -pens6 tras penetrar en uno de los habitáculos-. El tripulante que dormía aquí dejó casi todas SUS pertenencias antes de volver a la Tierra: fotos de la familia, objetos personales... ¡y el vestuario...! Bien pudo ocurrir quel al tener que embarcar en las naves auxilíares, no pudiera llevar consigo gran cantidad de objetos por cuestión de espacio, pero una fotografía no abulta gran cosa...

Alejó de sí todos los pensamientos para continuarla persecución de los robots y su extrana carga.

Cruzó la puerta del otro extremo del pasillo y no pudo evitar una exclamación ante lo que se presentó ante sus ojos: estaba en una cámara abovedada como una pequeña catedral, totalmente vacía, a excepción de un dispositivo cilíndrico situado al fondo de la nave. Los robots se habian alineado en dos filas frente a él, situando su carga en el interior del tubo. Holland comprendio que comunicaba con el espacio exterior y que el dispositivo servía para arrojar fuera de la nave objetos inservibles. El sonido inconfundible del aire comprimido le confirmó sus sospechas,

- ¡Que extraño rito! -Se dijo en voz baja-. ¿Por qué efectuar esta ceremonia para desprenderse de un robot inservible, en lugar de enviarlo a mantenimiento y aprovechar las piezas que aun estén en buen uso?

Holland no podía encontrar una explicación lógica a cuantas cosas había visto y su mente empezó a ìmaginar, con resultados aterradores.

Confuso, reemprendió el camino de regresó a la zona de amarre de la "Palomino"

* *

Entretando, en el almacén de repuestos Maximillian se habia aproxìmado a un robot abandonado en uno de los extremos de la estancia, golpeándolo violentamente has¿a arrojarlo al suelo.

Las luces del viejo robot parpadearon débilmente. Su forma recordaba a Vincent, aunque muy deteriorado. Se incorporó, len tamente hasta mantener una inestable po sición vertical en su único estabilizador Util, mientras observa a Maximilliam con evidelntes Ynuestras de ternor.

-Soy Vincent -dijo con rapidez, inter poniéndose entre el deteriorado robot y su descomunal oponente-. Vital Información Necesaria Centralizada. Interactivo con los hurnanos.

La máquina más vieja no respondió, dejando a su interlocutor confuso. Estaba seguro de que el otro robot debia estar programado para el diálogo, no comprendiendo su obstinado silencio.

Maximilliam observó detenidamente a los dos robots, hasta que Pizcr le recordó lo que habían venido a buscar. Conectó uno de sus miembros al panel de inventario y varias luces en distintos compartimentos se encendieron.

El robot deteriorado empezs a seleccionar las piezas necesarias para la reparación de "Palornino"

Lejos de allí, al otro lado de la inmensa "Cygnus" Harry Booth habia conseguido despistarse para curiosear por su cuenta. Sus pasos le llevaron hasta un inmenso invernadero lleno de plantas en cultivo hidropónico, cuyo control era supervisado por un robot de aspecto humanoide.

-Buen trabajo -comentó Booth acer cándose al jardinero-. Esto me recuerda las modernas granjas de cultivo de Arizona.

El robot no respondió, sin que ello sor prendiera a Booth, Ya que hubiera supuesto un cambio de su programación En vez de ello, movió rígidamente uno de sus brazos para ajustar un control.

Harry se inclinó hacia adelante, escudri nando la cara del silencioso jardinero, pero no pudo ver otra cosa que su propio rostro reflejado en la mascara de espejo.

Repentinamente, el robot dio la vuelta para dirigirse hacia la salida, haciendo que el periodista soltara una exclamación mientras abría los ojos al máximo.

iEl robot cojeaba!

-¡Eh..., espera un momento! -gritó Booth corriendo para rodear la consola de rnandos.

Llegó unos segundos tarde y la puerta se había cerrado a espaldas del robot cojo. Cuando consiguió abrirla de nuevo ya ha bía desaparecido.

-Te aseguro que era un funeral estaba diciendo Dan Holland, con más vehemencia de la habitual en él-. Lo vi con mis propios ojos.

Pizer hizo un gesto escéptico, mientras alargaba uno de los recambios a Vincent. Este calibr6 opticamente el objeto y lo situó en la línea del regenerador estropeado. Escuchaba en silencio, aunque sin meter baza en la conversación.

-Dan, nadie entierra un robot. Si ya no pueden repararse, son desguazados para aprovechar sus piezas. El unico motivo que podria haber es la falta de espacio, y eso no ocurre en la "Cygnus".

-¿Y quién dice que fuera un robot?

-preguntó Booth.

-¿Qué podría ser entonces?

-No lo sé... Todo esto es muy extrano. Tampoco he visto un robot cojo en mi vida. ¿No creéis que Reinhardt ha podido engañarnos?

-Sí, también cabe esa posibilidad. Dentro de un rato tenemos que reunirnos con él para la cena. Veamos qué podemos sonsacarle.

-Sí, casi es la hora. Dejemos las reparaciones por el momento y vamos a cambiarnos de ropa.

Poco después, Holland, Pizer, Boothy Vincent caminaban a lo largo de unos de los pasillos. El robot iba, evidentemente, disgustado.

-Insisto en que deberia acompañarles al cornedor.

-No, Vincent. Será mejor que no vengas. Ya hemos tenido bastantes problemas entre Maximillian y tu, y no me gustaría que tuvierais una nueva pelea, si podemos evitarla.

Unos sonidos inesperados atrajeron la atención del grupo. Varios robots centinelas estaban reunidos en lo que parecía una sala de recreo para robots.

-¿Por qué no entras aquí y te distraes un poco? -pregunto Pizer-. Te vendrá bien un poco de relax para tus circuitos. Ultimamente estás más irritable que de costurnbre .

Vincent iba a protestar, pero se abstuvo de hacerlo para no darle la razón al primer oficial. Silenciosamente penetró, en la sala de recreo, mientras que el resto de sus compañeros continuaba la marcha hacia el comedor de la "Cygnus".

Un grupo de centinelas se entretenía contemplando la demostracion de tiro láser que hacía uno de ellos. A su lado, la vieja unidad que Vincent conociera en el almacén de repuestos, trataba de competir sin demasiado éxito.

Al fondo de la sala había una pantalla electrónica de blancos en movimiento. Surgían de cualquier parte, zigzagueando a gran velocidad.

El robot disparaba con gran certeza, apagándolos uno tras otro, y demostrando una vanidad casi hurnana.

Cuando la vieja unidad B.O.B. quiso disparar, despues de conseguir dos blancos consecutivos, fue empujando a un lado por su oponente, haciéndole errar el disparo. El fallo fue celebrado con gestos de burla por parte del grupo de espectadores.

Tras hacer una nueva dernostración de su extraordinaria habilidad con los láser, el robot jefe de guardias (se diferenciaba del resto al llevar su revestimiento pintado de negro, en lugar del rojo de todos los demas), se frotó la estrella que pendia de su pecho con orgullo, en una cibernetica demostración de lo que una máquina podía llegar a presumir por haber conseguido un trofeo en campeonatos de tiro.

-Creo que voy a tener que dar una leccion a ese presumido -dijo Vincent en voz alta, seguro de que la unidad B.O.B. podía entenderle.

Pidió un par de pistolas láser, ya que las que llevaba incorporadas a su sistema de defensa habían sido anuladas al entrar en la ·"Cygnus", y cuando las tuvo en su poder se dirigió a la línea de tíro a retar aljefe de guardias.

Los rnuebles del cornedor no eran verdaderamente antiguos, aunque tenían el aspecto de serlo. Habían sido construidos en los talleres de la "Cygnus" basándose en las cintas de historia de la biblioteca de la nave, bajo la dirección personal de Reinhardt, y había que reconocer que los resultados habían sido sorprendentes. Lámparas, cortinas y alfombras acababan de dar el toque perfecto, así como la vajilla de plata y cristalería magníficamente tallada. Lo unico que desentonaba era el cuadro en el que estaba pintada la "Cygnus", pese a que el marco era también antiguo y muy bien tallado.

Los silenciosos robots humanoides sirvieron un excelente vino que no dudaron en ponderar.

-Está hecho de uvas auténticas -se apresuró a aclarar Reinhardt-. Desde que me quedé solo verifiqué algunos cambios en las plantas hidropónicas de cultivo. Al fin y al cabo, bien podía permitirme algunos caprichos en medio de esta soledad.

Se sentaron a la mesa y, naturalmente, el sabio ocupó la cabecera.

Los invitados fueron atendidos inmediatamente, los robots camareros sirvieron una exquisita sopa de setas auténticas. Los tripulantes de "Palomino" después de dieciocho meses de alimentos sintéticos o reciclados, casi habían olvidado el sabor de la comida natural.

-Recuerdo haber escrito sobre el campo de cultivo de la "Cygnus", lo bastante grande para toda su tripulación -comentó Booth.

Reinhardt sonrió antes de responder.

-Actualmente es diminuto; lo justo para cubrir mis necesidades personales. Era una tontería seguir manteniéndolos todos a pleno trabajo.

Booth guardó silencio preguntándose por qué el profesor mentia. El mismo había tenido ocasión de verlos cuando habló con el robot jardinero.

-¿Cómo marchan sus reparaciones? --preguntó Reinhardt cambiando de tema-. No es que me molesten aquí, como es natural, no les estoy pidiendo que se rnarchen.

-Creemos que en unas cuantas horas podremos poner a "Palomino" de nuevo en marcha. Tan pronto lo hagamos, volverernos a la Tierra.

-Habla por ti -dijo Alex Durant-. A mi me gustaría quedarme. Hay mucho que aprender en este lugar, y si el profesor Reinhardt no opina lo contrario...

Antes de que el comandante de la "Cygnus" pudiera expresar su opoinión, Holland replic ó:

-Todos los que salimos de la Tierra regresaremos a ella, Sin excepciones.

La entrada de Maximilliam en el comedor impidió que nadie pudiera enzarzarse en una discusión. Se acercó a Reinhardt para informarle de algo en el sistema de comunicaci6n que sólo el profesor podía entender.

- ¡Magnífico! -exclamó Reinhardt más excitado. de lo que en él era frecuente-. Felicítale en mi nombre. Dentro de unos minutos me reunire con vosotros.

-¿Ocurre algo, profesor? -preguntó Durant.

-Sí. Algo magnífico, sin duda alguna. Mi nave exploradora entró en el interior del abismo negro hacia más allá del horizonte de convergencia... ¡y ha vuelto! Ahora, señores, con su permiso, debo retirarme durante unos momentos. Les ruego que continúen la comida sin mí. Me reuniré con ustedes en cuanto pueda.

* *

Los robots se habían agrupado tras los dos tiradores mostrando una evidente toma de partido por su jefe. El tirador negro hacía gala de una fanfarroneria como Vincent sólo recordaba haber visto en algunas gentes de la Tierra.

La pantalla electrónica se iluminó para dejar ver una luz zigzagueante que cruzó de lado a lado a gran velocidad. Antes de que pudiera perderse en la zona neutra, un disparo del robot negro la apago, entre la algarabía de los espectadores.

Vincent repitio la hazaña, con la única variedad que utilizó seis décimas de segundo menos.

Las secuencias de disparo se sucedieron durante algunos minutos. La seguridad y rapidez del pequeño robot dejaron pasmados a cuantos presenciaban el original desafío, y era evidente que el presuntuoso campeón estaba empezando a perder los nervios. Sus circuitos zumbaban amenazadoramente, sin que por ello Vincent perdiera la calma. Por el contrario, le daba confianza, mostrándose cada vez más insolente.

De un blanco móvil pasaron a dos, después a tres y, finalmente, a cuatro. Era necesario ser muy bueno para disparar certeramente con tanta velocidad, y el robot negro estaba demostrando que había ganado su preciada medalla por algo. Sin embargo, SU programación era excesivamente pobre comparada con la de Vincent, orgullo de la cibernética terrestre, Y con unos circui¿os

sensores Incomparables con los rudimentarios de los antiguos robots.

Por fin, el robot negro falló dos tiros consecutivos.

Era el momento que Vincent estaba esperando,

Se preparó para disparar, sin dejar de observar que su antagonista había dado un paso hacia é1, por lo que le pilló demasiado desprevenido cuando fue empujado en el momento de soltar el primero de la sucesibn de cuatro disparos de Iáser y si bien falló el primero, los otros tres dieron en el blanco.

Una de las extensiones de Vincent pulsaron el tablero de control de la pantalla ordenando diez blancos consecutivos, arrancando un murmullo de admiración entre la concurrencia.

Nadie había intentado jamás semejante hazana, y era seguro que nadie podría conseguirlo.

Vincent se elevó flotando un par de metros por encima del tablero y empezó a disparar. Lo hacía con una rapidez increíble, girando sobre si mismo, de lado o boca abajo. Era lo mismo. Uno tras otro, las diez relampagueantes luces en la pantalla fueron apagándose sin fallo.

Y aún tuvo la humorada de hacer una ultima demostración. Disparó una vez más al borde de la pantalla, allí donde eran recogidos los posibles tiros fallidos. El láser rebotó de uno a otro lado por tres veces consecutivas para, al fin, ser repelido hacia el lugar de origen. El robot negro vio asombrado cómo el tiro le abrasaba la medalla que colgaba de su pecho, sin rozarle siquiera.

Fue demasiado para él. Los circuitos empezaron a calentarsele provocandole un fuerte ternblor. Diversos cortocicuitos se produjeron en su interior y el robot se derrumbó en medio de una nube de humo y un fuerte olor a quemado.

La confusión fue aprovechada por Vincent para abandonar la sala sin que nadie se diera.cuenta.

El viejo robot corrió balanceante a reunirse con él.

-Nli nornbre es «Bob Veintiséis", Batallón Biosanitario -dijo presentándose.

-Estaba seguro de que podías hablar -respondió Vincent-. Eres un moctelo de· masiado moderno para no ser comunicador ¿A que se debe tu silencio?

-No podía hablar delante de los demás, y menos aun de Maximillian. Las otras mãquinas, las que Reinhardt construyó o modificó, hubieran hecho que me desmonta-

ran.

Sus propulsores chirriaron cuando se dirigió al fondo del pasillo para averiguar si venía alguien. Al ver el camino despejado, hizo una seña para que le siguiera, entrando apresuradamente en el almacén de repuestos.

-Aquí estaremos más seguros --dijo al fin, balanceándose sobre su único suspensor útil-. Tengo un montón de cosas que contarte .

--¿ Tenéis Pistolas láser por aquí? -pre gunto Vincent.

El viejo Bob se acercó a un mostrador abriendo un compartimiento. Vincent echó un vistazo al interior Y apartó un par de ellas para insertarlas en las extremidades de sus brazos principales, en sustitución a las deterioradas.

-Ahora me siento mejor -dijo-. ¿Que tenías que contarme?

-Tus amigos corren un grave peligro. Ven conmigo. Quiero que veas algo con tus propias ópticas.

Se deslizaron lo más silenciosamente que pudieron fuera del almacén. Los pro pulsores de Old Bob tenían tendencia a chi rriar de cuando en cuando, y no podía al canzar la velocidad que hubiera sido de seable en caso de necesidad.

Al fin se detuvieron frente a la puerta de una sala y Bob advirtió a su amigo que guardara silencio antes de abrirla. La puerta se abrio sin ruido y Bob la cerró tras él.

Se encontraron en una sala circular iluminada tan sólo en su centro, donde poderosos rayos laser de precisión actuaban sobre una plataforma cilíndrica, La plataforma giraba lentamente y Vincent advirtió alojamientos especiales para cuerpos humanos.

Era un quirófano altamente tecnológico Y los alojamientos estaban ocupados por los cuerpos de varios humanoides a los que se estaba dando tratamiento.

-Ahí tienes a la antigua tripulación de la "Cygnus"... o lo que queda de ella.

Vincent sintió algo muy parecido a un estremecimiento. Los tableros de mando del quirófano eran manipulados por robots humanoides. Lo que se ocultaba tras las mascaras de espejo, prefirió no imaginarlo. -¿Qué están haciendo? -preguntó.

-Los mantienen con vida con una técnica de Reinhardt que prefiero no saber. Ahora son más robots que humanos, pero...

-Luego entonces, ¿toda la tripulación es ?

Bob parpadeó, varias luces en señal de asentimiento.

-Cuando se recibió la orden de regresar a la Tierra, dando por cancelada la misión de la "Cygnus", Reinhardt pareció volverse loco. Se negó rotundamente a obedecer y empezaron a surgir problemas. Toda la tripulación se puso de acuerdo en que no quedaba otro remedio que volver, de lo contrario la "Cygnus" pasaría a ser una nave pirata. Reinhardt simuló acceder para ganar tiempo y, en secreto, empezo a reprogramar a todos los robots con ayuda de Maximillian al que había construido como si fuera un proyecto de investigación, al menos eso es lo que hizo creer a los demás humanos. La nueva programación de todos los robots comenzó en el momento que había elegido para la toma absoluta de poder, cuando esa programacion fue activada mediante un impulso electrónico determinado que tan solo Reinhardt conocía. El resto es facil de imaginar vt hizo can tl control aLsoluto de la nave. Los hun?anos que sobrevivieron... ya has vìsto en que se han convertido. De vez en cuando, alguno de elos muere por causas naturales, aunque estoy

seguro de que otros experimentan un momento de lucidez, y se matan.

-¿Sólo un momento? ¿No podría ser que algunos retuvieran aún la suficiente como para ser devueltos a su estado norrnal?

-Lo dudo. Sus cerebros han sido alterados para realizar el trabajo que les ordena Reinhardt, sin voluntad alguna para desobedecer. No reaccionan ante nada, a excepción de la tarea que les ha sido encomendada. A veces, cuando he conseguido quedarme a solas con algunos de ellos, he intentado comunicarme, pero ninguno ha respondido.

-¿Cómo es que no fuiste reprogramado por Reinhardt como los otros robots?

-Fue una pura cuestión de azar. Soy el único modelo de mi tipo a bordo de la "Cygnus". Al principio había más, pero por una causa u otra empezaron a fallar y fueron desactivados. Yo ocupaba una zona al fondo de la base de mantenimiento, y rni trabajo era originariamente realizado por humanos, por eso puede que no estuviera en ninguna de sus listas que hicieron cuando los robots fueron programados.

Fui reactivado varios días después de que Reinhardt se hubiera hecho el dueno absoluto de la nave, cuando ya todos los humanos habían muerto o habian sido convertidos en humanoides. Tuve buen cuidado en parecer un sujeto inofensivo, sin capacidad de respuesta y aparentemente poco inteligente. Si Maximillian hubiera descubierto mi auténtico poder potencial, es seguro que me había mandado al taller de desguace.

La puerta se abrió tras ellos para dar paso a dos robots centinelas. Varias luces se encendieron en rápida sucesión en sus unidades monitoras exteriores cuando reaccionaron ante la presencia de los dos intrusos en la zona prohibida.

- ¡Al suelo, Bob!

Cortaron sus propulsores, cayendo casi hasta el suelo, mientras las armas de los centinelas empezaban a situarse en posición de tiro. Antes de que cualquiera de los dos pudiera disparar, los láser de Vincent abrieron fuego varias veces y los dos centinelas cayeron hacia atras, a la antesala, chisporroteando los destrozados módulos internos, y arrojando gotas de metal líquido.

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