11:27 AM
El abismo negro ( PARTE V )
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El abismo negro[LT1] 

Walt Dysney Producciones

 


Vincent y Old Bob dispararon con celeridad contra el último grupo de guardianes que acudió. Instantes después todo había terminado.

-¿ E stás bien? -preguntó Holland abrazando a Kate.

-Estaré mejor cuando estemos a bordo de la "Palomino" -respondió consiguiendo sonreír.

Dan le entregó un arma, mientras Kate acababa de despojarse de la protección de rnetal flexible.

-Gracias, querido Vincent -dijo des pués.

-No tiene por qué darlas, doctora. Le aseguro que ha sido un verdadero placer. ¿Verdad, Bob?

-Por supuesto. Hacía anos que estaba necesitando un poco de acción. iEsto le re juvenece a uno! No hay cosa mejor que una buena pelea a tiempo.

A bordo de la "Palomino" Pizer estaba impaciente, consultando a cada momento el reloj electrónico. Un panel zumbó a su lado.

-¿Eres tú, Dan?

-Sí. Kate está bien. Ya vamos para allá. -¿Os siguen?

-No de momento. Confio en que siga así. Corto.

--Pizer se recostó en su asíento aliviado. Por su parte, Booth se encontraba cada vez más nervioso.

-·Están tardando demasiado. Reinhardt ;ra a ordenar acelerar de un rnornento a otro y será demasiado tarde para nosotros.

- ¡Cállate, Booth! No nos rnoverernos de aquí hasta que nuestros compañeros estén a bordo.

Varios centinelas robots llegaron al quirófano, cruzándose con dos humanoides a los que no prestaron atención, cuidando tan sólo de vigilar la puerta de entrada.

Volviendose de repente, los dos humanoides sacaron unas pistolas láser que llevaban escondidas, disparando repetidas veces hasta derribarlos. Bob y Vincent salieron del quirófano y se apresuraron a seguir a sus compañeros disfrazados.

Sin embargo, ninguno de ellos llegó a pensar que la sección por donde avanzaban estaba vigilada por monitores ópticos de control remoto, y todo cuanto acababa de suceder había sido presenciado por Reinhardt.

-Atención a todos los vigilantes -dijo por el intercomunicador-. Disparen contra todo humanoide que se encuentre entre el quirófano y la "Palomino".

Holland y sus compañeros entraron en el corredor principal, donde varios guardianes estaban apostados. Un rayo laser se estrelló a pocos centímetros de la cabeza del comand ante, que tuv o que echarse hacia atrâs apresuradamente.

-Ya nos han descubierto -dijo despojándose de sus ropajes.

-Bueno, por lo menos nos han servido para poder llegar hasta aqw -respondió Kate quitándose la cobertura facial y arrojándola al centro del pasillo.

Al instante, varios disparos la dejaron destrozada; pero atrajo por tiempo suficiente la atención de los robots, para que Vincent fotara hasta la parte superior del pasillo, pudiendo derribar a dos guardianes, antes de tener que volver a ponerse al resguardo de la pared.

-Senor Holland -informó Bob-, vienen mas guardianes por detras.

-Hay que evitar que nos cojan entre dos fuegos -dijo Holland disparando contra la nueva amenaza-. Hacia el paso elevado. ¡Rápido!

Con Vincent y Bob, que se elevaban obligando a los robots a mantener la lucha a diferentes niveles, Holland y Mac Crae se abrieron paso disparando en todas direcciones mientras corrían zigzagueando. Las

máquinas de Reinhardt eran lentas de reflejos y Vincent lo sabía. El era capaz de disparar en cualquier postura, ya lo habia demostrado en la galería de tiro, mientras que sus enemigos necesitaban tiempo suficiente para localizar el blanco, apuntar y disparar. La lentitud de los centinelas quedó demostrada cuando dos intentaron apuntar a la vez a Bob que se lanzaba en picado. Pasó entre los dos como una centella y éstos dispararon simultáneamente, destrozándose entre sí.

La lucha fue decreciendo a medida que los robots centinelas fueron cayendo. Poco tiempo pasó hasta que vieron que se habían quedado solos.

-Adelante, con los ojos bien abiertos. Esta victoria no quiere decir que no vayamos a encontrar más enemigos delante.

En la torre de mando, Reinhardt estaba furioso tras haber visto los resultados de la confrontación de combate destrozada por un raquítico robot y esa antigualla del almacén.

Maximillian se encendió en un brillante color carnesi, la forma mas fuerte de mostrar su ira que podía permitirse.

-Lo siento por Mac Crae --continuó Reinhardt-. Ahora no puedo permitir que ninguno de ellos regrese a la Tierra para diafamarme. Si consiguen llegar a su nave les bejaremos que se distancien un poco antes de destruirlos; no quiero arriesgar a la " Cygnus".

Los fugitivos marchaban hacia la estación de embarque. Apenas les quedaban unos cuantos metros para llegar a su destino cuando se vieron detenidos por un grupo de centinelas parapetados tras una barricada que cortaba totalmente el paso.

-Imposible volver atras -dijo Holland-; no tenemos tiempo para dar la vuelta. Nuestra única posibilidad es conti nuar adelante, pero esos robots están muy protegidos. Dios sabe el tiempo que nos lle varía desalojarlos de ahí.

A bordo de la "Palomino" Booth se pa seaba impaciente sin dejar de consultar el cronórnetro .

-¿Cuanto tiempo mas van a tenernos aquí? -dijo con rabia-. Si no consiguen llegar no es nuestra culpa, y no tenemos por qué morir también.

Como si hubiera sido oído, se escuchó la voz de Holland a través del intercornunica dor.

-¿Charlie, me recibes?

-Fuerte y claro, Dan. Adelante.

-Se acabó el tiempo -dijo Holland con calma-. Saca la nave de aquí.

-¿Dónde estáis?

-En el corredor lateral, cerca de la re cepción. Tienen el paso bloqueado y no po demos pasar. iDespegue, senor Pizer! ¡Es una orden!

Charlie se incorporó para buscar un arma. Empezó a caminar hacia la salida, cuando Booth le interceptó el paso.

- ¡Ya oíste al comandante... Tienes que despegar!

- ¡Basta ya, Harry! Te has pasado la vida hablando de heroicidad e informando de heroicidades. Ya va siendo hora de que aprendas un poco.

Soltó una maldicibn y corrió tras Pizer, que ya había cruzado la escotilla. Apenas llegaron al pasillo de enlace llegó hasta ellos el ruido del combate que se mantenía a corta distancia.

Había un único guardia en la sala de re cepción. Sorprendido, se giró levantando el arma. Antes de que lo consiguiera, Pizer había saltado a un lado disparando y al canzándole de lleno. La máquina se partió en pedazos a la vez que Booth se arrojaba de cabeza debajo de una mesa.

Pizer íba a continuar la apresurada marcha hacia el pasillo lateral cuando le llegaron los larnentos.

- ¡Harry! ¿Estas herido?

-La pierna... -dijo Booth, sujetándosela con ambas manos. Se sentí, haciendo una rnueca de dolor.

-¿Estas muy mal?

-Creo que me la he roto.

-¿Por el fuego láser? Me pareció que el centinela no llegó a disparar.

-No, por estupidez. Me la rompí al arrojarme al suelo. Creo que ya no soy tan flexible como cuando era joven. Entonces hubiera rebotado.

El ruido de los disparos al otro lado del pasillo se incrementó. Pizer miro hacia allá con angustia. Se volvió a Harry.

-¿Crees que podrías caminar sólo hasta la nave? Me parece que estoy haciendo falta allí.

Y señaló con el dedo el lugar de ia pelea.

-Creo que podré llegar solo -respondió el reportero, poniéndose en pie con ayuda de Charlie . El dolor fuerte vendrá dentro de un rato, cuando la pierna se enfríe.

-De acuerdo. Vuelve a la nave y asegúrate de que no suba ninguno de ellos a bordo.

Pizer corrió hacia el lugar de la batalla. Asomó con precaución la cabeza por el recodo del pasillo y pudo ver a los robots, de espaldas, disparando tras la barricada.

··Confundelos. No les des tiempo para reaccionar-, se dijo para sus adentros.

Saltando al descubierto, Pizer empezó a disparar sus dos láser contra la apretada masa de robots. Los efectos fuerÚn mayores de lo que él mismo hubiera esperado. Varios de ellos saltaron destrozados, cayendo sobre el resto de los guardianes que, confusos, no sabían a dónde atender.

Holland, Kate y Vincent no perdieron un segundo. Saltando de su protección arremetieron contra los que quedaban. Poco después vieron que la victoria había sido completa.

La pierna herida de Booth parecía haber experimentado una curación casi milagrosa. Corriendo sin el menor síntoma de cojear se introdujo en la "Palomino", y cerró la puerta tras él.

Se sentó ante los controles, examinándolos con atención. Dieciocho meses a bordo de la nave le habían enseñado lo suficiente como para conocer el significado de

cada control.

Pulsó uno de ellos y sintió un ligero zumbido que le produjo una sonrisa de satisfacción, ¡Ya tenía energía! Ahora tan sólo le faltaba dirección, velocidad Y con ellas su libertad .

Holland Y los demás llegaron fatigados a la sala de recepción. Se detuvo de repente con el ceño fruncido, escuchando con atención: un sonido familiar se destacaba sobre el de los motores de la "Cygnus".

-¿Qué está tratando de hacer ese idiota? -gritó Pizer, echando a correr hacia el pasaje.

-No te esfuerces, Charlie, es demasiado tarde -dijo Holland, deteniendole-. La pasarela ha sido retirada.

Instantes después la "Palomino" se deslizaba alejándose de ellos, para casi inmediatamente volver a acercarse tambaleante a la «Cygnus».

En el asiento del piloto Booth luchaba con los controles, tratando de dominar la nave que parecía haberse vuelto loca.

Sudoroso, pulsaba aquí y allá, no consiguiendo otra cosa que aumentar el problerna.

Reinhardt tarnbién se dio cuenta del problema de la nave, que se estaba acercando demasiado a la "Cygnus".

- ¡Está fuera de control! -gritó, perdiendo la calrna--. Hay que hacerla explotar antes de que nos alcance. iFuego de las baterías de proa!

Dos cañones giraron silenciosamente hasta enfocar la «Palomino» y dispararon. La nave se desintegro en una lluvia de metal fundido y fragmentos de sí misma.

Uno de esos grandes fragmentos fue a estrellarse contra una parte especialmente delicada de la "Cignus", abriendo una gran brecha en la popa y destrozando la estación de control del rnotor de babor. Fuerzas enorrnes fueron liberadas en una fracción de segundo, produciendose una terribleexplosión. Automáticamente, varias compuertas se cerraron para incomunicar esa sección del resto de la "Cygnus", pero la gran herida de la popa era irreparable.

-¿Que vamos a hacer ahora? -preguntó Kate, todavía estremecida por el trágico fin de Booth.

-Donde hay vida hay esperanza -respondió Vincent-. Y no hay mejor defensa que un buen ataque.

-¿Quieres decir ir en busca de Rein hardt y tratar de obligarle a dar la vuelta? -preguntó Holland-. No, una cosa es abrirse camino por los pasillos a punta de pistola y otra conseguir apoderarse del con trol de la "Cygnus". No tendríamos la me nor oportunidad.

-No estaba pensando en ello, senor. Hay otra oportunidad: la nave sonda.

- ¡Vincent, eres un genio! -exclamó Pi zer-. Bob, ¿cuãl es el camino más corto hasta allá?

Aerocoche interior. Puedo programar uno para que nos lleve directarnente al muelle de embarque.

El grupo echó a correr hacia el pasillo.

Con la tremenda brecha en la popa, la "Cygnus" acelerd a plena po¿encia para sumergirse en la vorágine del abismo negro. La torrnenta de radiación que fluía del hori zonte de convergencia llenaba el espacio al rededor de la nave.

Reinhardt estaba absorto exarninando los controles,be la nave. Era un inconveniente la perdida de energía de los motores de babor, pero no significaba en absoluto que el proyecto debiera darse por perdido. Un enjambre de objetos de forma irregular seguía el mîsmo curso que la "Cignus" y unos rápidos calculos indicaban que la alcanzarían.

-Meteoritos tras de nosotros. Acelera al máximo; quizá logremos dejarlos atrás.

Perseguida por inmensos residuos de materia, la "Cygnus" avanzó atronadora, pero no consiguió, la suficiente velocidad. Un enorme fragmento de hierro-níquel penetró en la parte superior de la nave, destruyendo lo que había sido zona de recepción.

El aerocoche se estremeció por el impacto, pudiendo oir el espantoso sonido del aire al escapar, antes de que las compuertas de seguridad aislaran la zona afectada. Un nuevo meteorito se estrelló al fondo de la galeria y Holland detuvo el vehículo.

-No podemos continuar -dijo-. ¿Qué camino seguimos, Bob?

- A través del invernadero, senor. Podemos cruzarlo y pasar al pasillo central de

proa.

-Adelante pues. Tú nos guías.

Apenas habían entrado en la estación hidropónica corriendo cuanto podian entre los perfectamente alineados cuadros vegetales y árboles frutales, un grupo de vigilantes lleg6 en su persecución disparando en todas dírecciones.

Tumbado tras un manzano, Pizer disparaba una y otra vez contra sus perseguidores, cuando escucho el potente silbido del aire escapando. Arriba, en la cúpula de cristal, se había abierto un pequeño orificio que absorbía el aire en cantidades considerables, produciendo un slibito en.friamiento de la atrnósfera.

Muy prgnto empezó a llenarse de hielo la sala. Se rompieron las placas a causa del pequeño tornado causado por el escape de aire y trozos de planta helados fueron absorbidos hacia arriba. Eran corno cuchillos helados que se disparaban en remolinos sin direccibn, tan peligrosos como los disparos de los robots.

- ¡Hay que salir de aquí! -gritó Holland para hacerse oír por encima del fragor de la torrnenta. Si no nos darnos prisa podemos morir congelados.

Empezaron a avanzar hacia la puerta, volviéndose de vez en cuando para disparar contra los robots que les perseguían. Vincent quedó a retaguardia para proteger la retirada de sus compañeros.

El orificio de la cúpula se ensanchó, aumentando su poder de absorción. Las máguinas que les perseguían fueron atrapadas por el pequeño huracán y proyectadas hacia arriba, a la vez que el viejo Bob empezaba a tener problemas con sus propulsores. Completamente cubierto de hielo, no podía avanzar y empezó a ser aspirado hacia la cúpula.

-Sigan sin mí -pidió-. Yo no puedo rnás.

Lejos de obedecerle, le cogieron por los suspensores, ayudándole a avanzar. La puerta estaba ya demasiado próxima para rendirse.

Cruzaron al otro lado y Holland accionó el cierre manual. Al instante la tortura del helado pabellón hidropónico no fue más que un mal recuerdo.

Reinhardt miro impotente la lluvia de meteoritos que poco a poco iban destrozando la "Cygnus". Contando con la plena potencia de la nave estaba seguro de que hubiera podido terminar con pleno éxito su

proyecto. Ahora veia con rabía cómo su nave era destrozaba pedazo a pedazo.

Un trernendo impacto estremeció la torre de control, enviando a varios de los humanoides al piso inferior.

Varias pantallas se apagaron al desprenderse de sus asideros, dejando a la principal tambaleándose, colgando de la parte superior.

-Esto es el fin, Maximillian, programa la nave sonda. Vamos a utilizarla.

Holland y los demás habían llegado al fin al corredor principal, pudiendo observar que había sufrido graves daIios. Habían empezado a cruzar una de las pasarelas que corrían por encima de los conductores de energía cuando un violento choque les obligó, a agarrarse para no caer. Procedente de algún oscuro rincón del espacio, una bola de fuego había penetrado a través del techo. Frenada por el campo de gravedad de la "Cygnus", no la atraveso de parte a parte, sino que avanzo perezosamente a lo largo del corredor principal, abrasándolo todo a su paso.

Los fugitivos poco podían hacer ante el terrorífico fenómeno. Se dejaron caer a lo largo de la pasarela, agarrándose con todas sus fuerzas a la barandilla· El refulgente metal pasó por debajo de ellos, causando una tremenda destrucción a su paso hasta perderse en el fondo de la nave.

Maximillian avanzo hacia el ascensor para dirigirse al muelle donde estaba la nave sonda. Antes de seguir tras el, Rei nhardt se detuvo un momento para echar una última mirada a lo que había sido el corazón de su imperio.

Había tardado muchos anos en conse guir que construyeran la "Cygnus"; otros veinte para llevarla hasta este rincón del Universo. Ahora él tenía que seguir solo. Su entrada al nuevo Universo iba a ser de to dos modos.

El sonido de algo que se rompe le hizo mirar hacia arriba. La pantalla principal acababa de soltarse de sus abrazaderas.

Empezo a correr antes de sentir el enorme peso oprimiéndole contra el suelo. Empujó el visor con ambas manos, en un esfuerzo supremo, aun sabiendo que jamás podría moverlo.

- ¡Maximillian, ayudame!

Las puertas del ascensor se habían ce rrado a espaldas del robot rojo antes de que captara la llamada. Reinhardt se retorció para buscar una ayuda, clavando sus ojos en la hilera de hurnanoides.

- ¡Eh, vosotros, ayudadme! ¡Ayúdame!

Los robots estaban programados tan sólo para el trabajo que debían realizar y lo ignoraron. Incluso permanecieron indife rentes cuando una parte de su secci0n se partió destrozando a la mitad de ellos.

Y Reinhardt, con los ojos despavoridos, se quedó mirando la enorme espiral que se los estaba tragando.

* *

Cuando se encontraron ante la última sección que los separaba del muelle de la nave sonda, estaban casi al borde del agotamiento. El viejo Bob se movía renqueante y era preciso que los demás se turnaran para ayudarle a avanzar, pese a las protestas del robot que repetía una y otra vez que lo dejarán atrás y no perdieran tiempo con él.

-Animo, veterano -dijo Vincent ayudando a mantener la estabilidad de su compañero-. Volvemos a casa después de todo... y tú hecho todo un héroe.

-Tenía que defender el honor del viejo cuerpo, Vincent.

-Ya verás: Te van a dejar como nuevo. Será cuestión de desabollar esa vieja carcasa y renovarte algunos circuitos para que...

- ¡Vincent! ¡Bob! ¡Cuidado! -gritó Kate.

Maximillian había aparecido al fondo del pasillo cerrándoles el paso. La doble descarga de los láser del monstruo la recibió Bob de lleno, lanzándolo, rebotando a lo largo de la galería.

Vincent reaccionó primero y disparó sus láser. Los tiros fueron certeros, como siempre, y destrozó la pistola de las manos de su enemigo.

Holland, Kate y Pizer disparaban centrando el fuego contra Maximillian; pero ni siquiera el fuego de todas las armas conseguían perforar la coraza del monstruo.

- ¡A la nave! gritó Vincent lanzándose contra su oponente-. ¡Yo me encargo de esto!

Maximilian no estaba desarrnado. Extendió sus brazos adicionales armados de cuchillas giratorias capaces de cortar el rnetal rnas duro.

La "Cygnus" vibraba alarmantemente anunciando su inminente final. Aquí y allá se oían explosiones que lanzaban al espacio fragmentos enormes de la nave que eran absorbidos de inmediato por el abismo ne gro .

Vincent se acercó para provocar a su enemigo y centrar la atención de la lucha, consiguiendo así dejar vía libre a sus com pañeros humanos. Como si de un nuevo en frentamiento entre David y Goliat se tratara, las dos máquinas se miraron desafiantes, antes de enzarzarse en la lucha.

Vincent disparó sus láser en ráfagas in termitentes, cambiando constantemente de posición, buscando un resquicio en la co raza de Maximilliam pero, una vez más, se puso de manifiesto que Reinhardt había construído una máquina formidable, sin de fectos.

El filo de un cuchillo rozó el arrnazón de Vincent que salió despedido contra la pa red. El impacto parecía haber dañado el sistema de equilibrio de la pequeña má quina, que permaneció unos instantes vaci lante, sintiendo el equivalente robótico del rnareo.

Maximiliam aprovechó la ocasión Para abalanzarse sobre él, con el visor rojo cente lleante de triunfo.

Vincent pudo a duras penas esquivar los brazos extendidos acabados en cuchillas, pero sOlo para encontrarse aprísionado entre otros dos, más fuertes y poderosos, capaces de aplastar una columna de acero.

En la parte frontal del cuerpo de Vincent, se abrió silenciosamente una pequeña puerta, dejando al descubierto un pequeño pero eficacisimo taladro que empezó a perforar la sección media del gigante, hasta alcanzar los delicados circuitos internos.

Maximilliarm entero chsisporroteó antes de aflojar su brazo Y caer pesadamente hacia atrás. Rodó unos instantes por la pasarela y se precipitó hacia abajo, totalmente destrozado.

Vincent apenas dedicó una mirada a su enemigo. Se volvió hacia Old Bob, que continuaba tendido en el suelo, con la mayoría de sus luces apagadas.

-Maximillian se acabó -dijo Vincent.

-Buen trabajo -respondio débilmente el viejo robot-. Ahora, daos prisa si queréis salvaros.

-Voy a llevarte a la nave.

-No, no voy a ir con vosotros -dijo el robot mientras sus circuitos se iban apagando lentamente-. Yo ya estoy acabado.

Adiós, amigo. Ha sido una suerte conocerte. Buen viaje.

Las luces de Old Bob se apagaron definitivamente. Ahora era un simple trozo de metal sin vida, como lo sería la "Cygnus" muy pronto.

Vincent se volvió y se lanzó, hacia la compuerta para reunirse con sus compañeros que ya habían abordado la nave sonda. La nave, diseñada para acoger a dos personas, estaba completamene ocupada por los cuatro .

Holland y Pizer se situaron en los asientos delanteros, frente a los mandos, mientras que Kate y Vincent se situaban detrás, bastante apretujados.

-Será mejor que salgamos a todo gas comentó Pizer-. La "Cygnus" se está haciendo pedazos.

Pulsó diversos controles, accionó propulsión, y la nave sonda se separó de la "Cygnus". Holland procuró alejarse cuanto antes de la nave mayor para evitar ser alcanzados por cualquiera de sus fragmentos.

Con su propio campo de proteccibn de gravedad cero, la nave sonda empezó a acelerar más y más, describiendo un amplio arco hacia las profundidades del abismo negro.

Extrañado por aquella aceleración, HoIland comprobó diversos controles.

-No lo comprendo -murmuró.

-No hay forma de dar la vuelta, señor Holland -dijo Vincent después de examinar atentamente el cuadro de mandos-. Esta nave ha sido programada para ir al otro lado del abismo negro o, por lo menos, intentarlo. No podemos cambiar el rumbo.

-¿Estamos aquí encerrados entonces? -preguntó Kate.

Dan asintió en silencio, abandonando los controles ya inútiles para él.

-Navegación Sellada -dijo al fin-. Reinhardt tomó, todas las precauciones para que la nave continuara su rumbo, aun en el caso de que el piloto quedara inconsciente.

Y de repente, luz. La LUZ no se debía dar en los confines de un abismo negro, pero allí estaba.

- ¡Hemos pasado! -exclamó Holland-. Después de todo, Reinhardt tenla razón

-¿Podremos volver atrás -preguntO Kate .

-¿Volver? Sí, creo que sí. Incluso sin Reinhardt podemos intentarlo. Pero no tiene por qué ser ahora mismo, ¿verdad?

Tiene razón, comandante -intervino Vincent-. Al fin y al cabo, ya que estamos aquí, ¿por qué no explorar este nuevo universo?

Un universo donde no existe el tiempo y no es posible la muerte -dijo Kate pensativa.

-Claro que sí, Vincent, tenemos derecho. Al fin y al cabo somos los primeros.

 

MAQUETAS Y EFECTOS ESPECIALES

 

Cuando los estudios de Walt Disney Productions decidieron llevar a la pantalla la película "El abismo negro", en la que los efectos especiales era la base primordial para la buena consecución del filme no se les planteó ninguna duda sobre quién podría llevarlos a cabo con plena garantía de éxito: Peter Ellenshaw.

Habia estado trabajando para Walt Disney durante treinta Y dos años Y conocían bien su trabajo. Ahora que se había retirado a su Inglaterra natal, con la firme decision de descansar, ya jubilado· Sin embargo, cuando le Presentaron el guión Y se dijo lo que se deseaba de él, salió de su retiro para realizar lo que el ha llamado "su última película"

Sólo la técnica de Ellenshaw podia lograr la maravilla que ha conseguldo en cada secuencia del filme. Desde la "gigan tesca "Cygnus" a los perfectísimos robots, pasando por las impresionantes secuencias de la destruccion de las naves.

Sin embargo, como vemos en las fotografías adjuntas, la "Cygnus" no es una nave de un kilómetro. Es más bien una maqueta de reducido tamano, minuciosamente trabajada. La técnica de la micrografía se ha encargado de realizar el "milagro".

Siempre se ha dicho que si alguien viera filmar los efectos especiales de una película, quedaría desencantado. Ni las naves se acoplan, ni trabajan sus reactores, ni los cañones disparan rayos láser.

Unicamente en el "truco" de los rayos láser, Ellenshaw se ha permitido echar mano de los dibujos animados. Sin embargo, es todo lo contrario; y resulta maravilloso admirar los efectos que la técnica más depurada pueden conseguir al llevar la proyección a la pantalla.

Basta observar el tamano real de las maquetas al compararlas con la regla situada a su lado (las medidas están en pulgadas)y los planos detalladísimos para la construcción de la nave "Palomino".

Los robots, asimismo fueron construidos a escala reducida. El 'esto fue obra de técnica de filmación y de montaje.

Armas, vestuario Y ambientes fueron también cuidadosamente estudiados. ¿Por gué si en una nave del futuro el ambiente, clima, temperatura etc., eran tan avanzados, había que vestir a sus tripulantes con rigidos trajes metálicos? La Iógica indicaba que, por el contrario, deberían usar cómo dos uniformes funcionales, Y así se hizo. El resto, lo dejamos para el filme.

 

Libros Tauro

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